Hoy son muchos los que se dicen todavía católicos en España, pero en realidad son modernistas en su inmensa mayoría. El modernismo es una herejía, debemos ser conscientes de que el modernista no es católico. Hoy en día, solamente merecen el calificativo de verdaderamente católicos los tradicionalistas. Es decir, aquellos que profesan —íntegra y sin mancha— la Fe Católica.
La posición política consecuente del modernista es la democracia cristiana, o incluso opciones políticas aún más execrables que ni cristianas se dicen, pero que parecen contar también con la bendición de la jerarquía. Sin embargo, la posición política consecuente del católico en España es el Carlismo: la Causa de Dios, como afirmaba el Cardenal Segura.
Por lo tanto urge, por encima de todo, hacer apostolado religioso, fomentar que pueda haber familias tradicionales, modestas, numerosas y antimundanas. Hacer lo posible para que los sacerdotes tradicionalistas tengan la mayor ocupación en nuestras tierras, rehacer las escuelas católicas y, en definitiva, hacer Cristiandad de abajo arriba. Lejos de defender ningún tipo de comunitarismo yanqui, hemos de ser realistas y trabajar con denuedo para que haya comunidades católicas.
Si queremos que el Carlismo sobreviva y un día podamos, con la ayuda de Dios, cumplir las promesas del Sagrado Corazón al Padre Hoyos enarbolando las banderas legitimistas, tengamos claro estos puntos y luchemos por hacer un apostolado religioso en España, que traerá a la larga un engrosamiento de las filas carlistas.