Emilia Pardo-Bazán, escritora naturalista muy citada en los medios de comunicación y redes sociales durante las últimas semanas, fue, como por todos es conocido, simpatizante de la Causa. Su repentina y repetida aparición en los periódicos se debe a que fue la propietaria anterior a los Franco del Pazo de Meirás. Sin embargo, este tema no interesa tanto como su relación con el Carlismo.
Sí, doña Emilia fue carlista, pese al confusionismo actual y la exageración de algunos de sus errores y heterodoxias. La escritora gallega fue católica —que no santa— y leal a la Causa. Lo fue hasta tal punto que procuró llevar armas al bando legitimista y su primogénito, Jaime, también tradicionalista, murió asesinado por los rojos, en 1936. Según el historiador Xosé Ramón Barreiro, Pardo-Bazán fue carlista hasta el final de sus días, aunque su entusiasmo se fue enfriando con el paso del tiempo.
No obstante, hay que reconocer que doña Emilia fue también feminista, a su manera y de las de su época —este movimiento resultó siempre nocivo—, lo suficiente como para ser criticada con justicia por un sector considerable del Carlismo. Así, recibió ataques de buena parte de la prensa carlista adherida al diario El Siglo Futuro. Las críticas más ácidas y persistentes se publicaron en la revista ilustrada La Hormiga de Oro, que dirigía el dirigente carlista catalán Luis María de Llauder.
Y es que Emilia Pardo-Bazán era polémica y polemista, un auténtico torbellino que no dejaba indiferente a nadie. Es comprensible también la mala opinión que tenían de ella una parte importante de los tradicionalistas: la escritora gallega simpatizaba con el periódico La Fé, partidario de un tradicionalismo tibio y proclive a una adhesión o entendimiento con el partido Unión Católica de Alejandro Pidal. La Fé estaba enfrentado con El Siglo Futuro, buque insignia del carlismo más intransigente y contrario a formar parte de la conservadora Unión Católica, que buscaba una alianza de carlistas y conservadores dentro del régimen liberal.
El rey Don Carlos VII fue contrario a cualquier pacto con los pidalianos y cerró filas con la jefatura delegada de Cándido Nocedal y su diario, El Siglo Futuro. Tal fue así que apartó al periódico La Fé de la disciplina de la Comunión.
Estos hechos provocaron un progresivo alejamiento de doña Emilia del Carlismo. El colmo llegó cuando doña Emilia publicó en La Fé un artículo que afirmaba que la Comunión debía unirse a un gran «partido escéptico» que diera «más valor a la rebaja de tributos que a la ley de matrimonio civil». Esto no hizo más que profundizar el enfrentamiento que ya tenían ambos periódicos.
El propio Don Carlos llegó a calificar a doña Emilia, en una carta escrita a Ramón Nocedal como: «escritora liberal… extraña a nuestro campo». También el sacerdote Tomás Cortés criticó a la Pardo-Bazán en La Hormiga de Oro, haciendo hincapié en «la ortodoxia dogmática y la moralidad, imprescindibles a toda buena obra literaria», principios que «algunos escritores que se precian de católicos sacrificarían a la fantasía, á la vanidad, y en especial al espíritu y tendencias de las llamadas escuelas modernas».
Con sus luces y sus sombras, Emilia Pardo-Bazán es ya parte de la historia del Carlismo. Aunque muchos oportunistas y poco conocedores de su figura quieren omitir el pensamiento político que, con sus desvíos, tuvo la escritora de Los pazos de Ulloa.