Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias. Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento... Yo he visto dos edificios gigantescos, dos torres babilónicas, dos civilizaciones espléndidas, levantadas a lo alto por la sabiduría humana: la primera cayó al ruido de las trompetas apostólicas, y la segunda va a caer al ruido de las trompetas socialistas.
...La cuestión es una cuestión de libertad. Se trata de averiguar solamente si las sociedades humanas, por el camino que libremente llevan, van a parar a la perfección o van a parar a la muerte. Ustedes tienen la dicha de estar convencidos de lo primero; yo tengo la desgracia de estar persuadido de lo segundo.
...Toda mi doctrina está aquí: el triunfo natural del mal sobre el bien, y el triunfo sobrenatural de Dios sobre el mal. Aquí está la condensación de todos los sistemas progresistas y perfecciones con que los modernos filósofos, embaucadores de profesión, han intentado adormecer a los pueblos, esos niños inmortales.
Juan Donoso Cortés, Carta a los redactores de El País y de El Heraldo, Berlín, 16 de julio de 1849.