Juan Sáenz-Díez fue un carlista gallego que nació en el seno de una familia que era propietaria del Banco Simeón, del que pronto se vería vinculado en un puesto directivo. Golpeado por el Crac de la Bolsa de 1929 de Nueva York, que presenció en vivo y en directo ya que, vivió unos cuantos años en Estados Unidos; aprovechó para conocer, de manera complementaria, el funcionamiento de la prensa norteamericana para fundar un periódico en España. Posteriormente, ya en la década de los años 30, se dedicaría al negocio de la fabricación de bombillas, siendo también presidente de "Coloniales Sáenz-Díez S.A", sociedad dedicada a artículos coloniales y ultramarinos.
Ya en los años 60 dirigió "Almacenes Simeón" y, en general, estuvo muy implicado en la empresa familiar del grupo Simeón. Con ello, contribuiría generosamente a la financiación de la Causa en su probadísima lealtad que a continuación se detalla.
Ya en los años 60 dirigió "Almacenes Simeón" y, en general, estuvo muy implicado en la empresa familiar del grupo Simeón. Con ello, contribuiría generosamente a la financiación de la Causa en su probadísima lealtad que a continuación se detalla.
Durante la Cruzada Nacional de 1936, Sáenz-Díez formó parte de la Junta Nacional Carlista de Guerra, siendo su delegado de Intendencia. Pero, en febrero de 1937, a dos meses del fatídico Decreto de Unificación y oliéndose la artimaña militar y de los posibilistas de turno para liquidar una posible restauración legitimista, participó en la asamblea carlista de Portugal en la que se acordó que era necesario «afirmar nuestra personalidad (la del carlismo) ante el Poder Público, con todo nuestro contenido y con el acuerdo de que así hemos venido a la campaña».
Ganada la Guerra, Sáenz-Díez fue uno de los firmantes de la Manifestación de los Ideales Tradicionalistas, que reclamaba la restauración de la monarquía tradicional. Después formó parte de la Junta Auxiliar del tradicionalismo, organización sustituta de la Junta de Guerra, fiel al jefe delegado Fal Conde y contraria al Decreto de Unificación, que en 1942 llegó a calificar al régimen franquista de «intruso y usurpador», acusándolo de haber «llevado el desgobierno y el malestar a todos los órdenes de la Administración pública y de la vida nacional». Coincidiendo con el declive del fascismo en Europa, la Junta reivindicaba la autoría del Alzamiento Nacional frente un régimen que, «contra toda razón y todo derecho, se ha impuesto bastardeando y contrariando los móviles que llevaron a derramar su sangre y a sufrir sacrificios de toda clase a tantos y tantos españoles». Ya en el verano de 1943 Sáenz-Díez fue también partícipe y firmante del manifiesto carlista Reclamación de poder, que reclamaba la restauración de la monarquía legítima y fue entregado por el General Vigón a Franco, quien haría caso omiso del documento.
Aprovechando sus conocimientos periodísticos y de prensa por su estancia en EE.UU, compró en 1936 El Correo Gallego y, en 1952, compró a título personal el diario madrileño Informaciones, el cuál terminó poniendo a disposición de la Comunión Tradicionalista. Tras la adquisición, según Manuel de Santa Cruz, «el periódico —sin ser portavoz oficial de la Comunión Tradicionalista— defendía y propugnaba en la medida legalmente posible las orientaciones carlistas».
Habiendo cesado Manuel Fal Conde como jefe delegado de la Comunión Tradicionalista en 1955, Sáenz-Díez fue nombrado por el rey legítimo Javier de Borbón Parma miembro de la nueva Secretaría Nacional de la Comunión, junto con José María Valiente, José Luis Zamanillo e Ignacio Hernando de Larramendi. Estuvo al frente de la comisión económica de la Comunión hasta ser destituido en el cargo en 1963 por Don Javier, tras oponerse, junto con otros dirigentes carlistas, a la nueva estrategia de la secretaría del príncipe Carlos Hugo.
Tomando parte de la estrategia de cierto sector del carlismo en aquellos años con la política colaboracionista, en 1967 se presentó sin éxito en La Coruña como candidato a procurador en Cortes en representación del tercio familiar, con una campaña que pedía el voto con el eslogan: «Vota a Juan Sáenz-Díez: Portavoz en Cortes de la Economía gallega. Defensor en ellas de los valores permanentes de la Patria. Servidor siempre de los principios espirituales».
Además de su labor política y empresarial, Sáenz-Díez fue uno de los redactores de la revista Misión, en la que también escribían otros escritores carlistas como Juan Peña Ibáñez, Máximo Palomar, Fernando Polo, Rafael Gambra, Francisco Elías de Tejada, Agustín González de Amezúa y Manuel Senante.
Tras la expulsión de la familia Borbón Parma en 1968 por parte del gobierno, Sáenz-Díez manifestó su desacuerdo con la medida, así como con la designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco a título de rey. En una carta de diez folios escrita a Laureano López Rodó, fechada en 2 de mayo de 1969, afirmaba que Don Javier de Borbón Parma se había sumado, aún antes de su inicio, al Alzamiento del 18 de julio y ello le legitimaba para aspirar a la Corona.
Al producirse la división en el seno del carlismo a raíz de la expulsión de la familia Borbón Parma y los llamados Congresos del Pueblo Carlista (1970-1972), se le propuso en 1971 formar parte de la Hermandad de Antiguos Combatientes de Tercios de Requeté, organización opuesta a los Borbón-Parma, pero rehusó. No obstante, en 1972 escribió una carta a Don Javier, repudiando el programa revolucionario del recién creado "Partido Carlista" que lideraba el príncipe Carlos Hugo, sin embargo, en la misiva dejaba constancia de su lealtad a Don Javier, a quien consideraba ajeno a esa deriva y a los textos que se hacían circular en su nombre.
En 1975 fue uno de los firmantes de unas cartas a modo de ultimátum dirigidas al rey Don Javier y después a Carlos Hugo, en quien el rey acababa de abdicar por coacciones y amenazas. Al no recibir respuesta, participó en la reorganización de la Comunión Tradicionalista (1975) bajo el liderazgo de Sixto Enrique de Borbón, que nombró a Sáenz-Díez jefe delegado. Como tal, fue uno de los firmantes que la legalizaron como partido político en 1977, junto con Antonio María de Oriol, José Luis Zamanillo y José Arturo Márquez de Prado. En 1975 formó parte también de la directiva de la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes de Requetés presidida por el general Luis Ruiz Hernández, con el cargo de tesorero.
Como nuevo dirigente tradicionalista, Juan Sáenz-Díez fue colaborador del histórico periódico carlista El Pensamiento Navarro. En él publicó el 7 de enero de 1978 un artículo titulado Con escarnio para el pueblo navarro, en el que criticaba la decisión del Consejo de Ministros de aceptar un texto "preautonómico" para las tres provincias vascas y Navarra. No por oposición a una autonomía necesaria y reivindicada desde siempre en el "federalismo histórico" de la foralidad carlista, sino por rechazo a la artificialidad de las llamadas Comunidades Autónomas y por la absorción de Navarra por parte del nacionalismo vasco, como poco después ocurriría.
Finalmente, en 1984 Sáenz-Díez fue sustituido como jefe delegado de la Comunión Tradicionalista por Carlos Cort y Pérez Caballero.
Sáenz-Díez moriría en Madrid, un 12 de octubre (día de la Hispanidad) de 1990.